El concierto más corto de la historia.

Hace ya muchos, pero muchos años, en un lugar de La Mancha de cuyo nombre nos acordamos, pero no diremos por respeto, teníamos concierto con horario nocturno y, cuando habíamos tocado tan solo dos o tres canciones del repertorio, observamos como una persona se planta delante del escenario haciéndonos aspavientos con los brazos en señal de que parásemos inmediatamente de tocar.

Sorprendidos por la actitud y anhelantes por saber qué pasaba, interrumpimos el concierto y fuimos a hablar con esa persona en la parte trasera del escenario.

Era el alcalde de la localidad que nos informó de que, a la vuelta de la esquina, había fallecido una vecina del pueblo y habían comenzado el velatorio. Se echó mano al bolsillo, sacó el importe del caché, nos agradeció nuestra comprensión, y se dio por finalizado el concierto, posiblemente el más corto de la historia, y el mejor pagado en relación al tiempo de actuación.